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domingo, 20 de marzo de 2011

Sesion de fotos con "juguetes"

Hace una semana realizamos una sesión de fotos para Share your Pleasure que quería anunciarse en el número 5 de la revista La nuit.
La verdad es que la experiencia fue maravillosa, el colorido y las formas, daba mucho juego y la verdad es que combinando cualquier artículo la composición resulta de un atractivo muy estimulante.
Estuvimos "jugando" con unos fondos brillantes para resaltar los artículos y con unas luces difusas para evitar los brillos, aunque puntualmente colocamos algunos "destellos" para darle cierta profundidad. 
Como veréis, el resultado de las diversas combinaciones ha sido, al menos para nosotros, bastante interesante. 
 Os dejamos unas muestras para que veaís que os parece.



















¡Ah!, y tambiem creamos su logo. Os muestro.

La doble moral

La doble moral sexual es propia de la era victoriana. La Reina mandó alargar los manteles de palacio para que cubrieran las patas de la mesa en su totalidad ya que, decía, podían incitar a los hombres al recordar las piernas de una mujer. Pero al mismo tiempo ocultaban lo que ocurría bajo las gruesas telas que escondían las patas desnudas. Y también, y paralelamente a las estrictas costumbres de la época se desarrollaba un mundo sexual subterráneo donde proliferaban el adulterio y la prostitución.
El sexo era una actividad muy frecuente en la Inglaterra del siglo XIX. Tan sólo en Londres se calcula que había unas 2.000 prostitutas en los barrios bajos de la ciudad. Generalmente éstas eran mujeres que hacían la calle por unas pocas monedas y que procedían de las más diversas nacionalidades.
Las prostitutas poblaban los bares y las calles de Whitechapel. Pero también se encontraban cerca de teatros y establecimientos de ocio masculino.
Desde entonces han llovido mares, hemos visto un millón de soles y un sin fin de lunas, pero la doble moral que imperaba entonces sigue siendo una práctica habitual en nuestros días, por un lado, nos incomoda la prostitución, quienes la ejercen molestan en todos los sitios y, a la vez, es hoy uno de los negocios más lucrativos del mundo.
Es tal la doble moral que se esgrime, el mundo hipócrita y fariseo en el que vivimos, que nunca se permitiría a un político ejercer su profesión si se le descubre contratando los servicios de una prostituta, pero admitimos, toleramos y hasta justificamos la corrupción, aunque la primera acción corresponda a su vida privada y la segunda a la pública.
Pero esta doble moral no afecta sólo a la prostitución, aun hoy, para los moralistas, los juguetes sexuales están untados de pecado, mirar un escaparate donde se exhiben vibradores, lubricantes, consoladores, bolas chinas, muñecos hinchables y otros objetos sexuales es sinónimo de depravación, de hecho continúa prohibido que sex-shops tengan escaparates en los que mostrar sus mercancías, reconocer su compra y uso convierte al interfecto en una persona deleznable, promiscua, pervertida, desviada...
Esa moral, convenientemente trabajada desde niños, nos ha convertido en sus esclavos, en pobres seres que escondemos un placer, que nos atrae y nos fascina, bajo largos manteles victorianos de mesas honorables.
Escondemos algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos, la capacidad de soñar, de fantasear...de pensar y de sentir, por eso, ahora que ha terminado el carnaval, es hora de quitarse las máscaras y lanzarse a la calle que todo está por hacer y todo es posible...